jueves, 28 de noviembre de 2013

Sui.

"Sin querer la vi llegar, su vibrante luz encarnada en mi ilusión. Es la especie que nos une un salto mortal, para que la vida continúe...". Gustavo Cerati.

Tengo tu imagen.
Escribo con los ojos cerrados para verte mejor. Te veo detrás de mis párpados dibujado con carbonillas. Te observo a través de mis manos, oliendo tu piel combinada con el tabaco que se acumula delante de tus labios que me invitan a sentirte una vez más. Te veo en el sonido y el color de tu voz al canturrear cada palabra que me decís, cada canción que me cantás. En los prolongados silencios que dedico a escucharte por placer, con tu cabeza sobre mis piernas, y los ojos casi cerrados, en una genuina conexión con tu ser.
Será que te veo con todos mis sentidos, porque mis ojos ya no bastan para abarcar tu persona.
Me hundo en un beso en tu mejilla que no alcanza a tocar tu piel, pero que busca penetrarte el alma. Me enternezco ante la aniñada y plácida mueca de tu rostro al intentar complacerme. Me llena de amor tu contacto con la otra especie, aquel momento en el cual todo en tu cuerpo toma otro color por su mera presencia. Se materializa tu pureza ante mí.
Vislumbro la brisa que te frustra, y la uno a la mía para que juntos nos dejemos llevar. Si vos no sos fuerte, puedo serlo por los dos. Así que respiro y proceso ese viento que me recorre el espíritu cada vez que me siento plena, y comprendo que te dejé entrar. Que logro felicidad y me inundo de pasión al sentir la vibración de tu alma ante una melodía simple. Que no hay voces cansadas ni guitarras dulces que te desalienten, no hay un mar que te ahogue, no hay un sol que no te haga feliz. Renazco cada vez que te veo brillar de entusiasmo ante la simpleza de este mundo. Y me pregunto si yo seré suficiente, si quedará fulgor en este mechero.
Me respondés "quizás porque...". Y entre las puertas del placer, el amor amarillo que emana  una terraza, una escalera, un colchón y una guitarra, nuestros cuerpos, y el dejo del amaderado aroma del Palo Santo... Me transportás. Y que dure lo que dure lo real.

martes, 19 de noviembre de 2013

La absurda lucha contra el pasado ajeno, una competencia inconsciente, una disputa por algo que no pertenece a ninguna de las partes. Quién lucha activa y quién pasivamente, pasa casi inadvertido ante la percepción de los espectadores, mientras se libra la batalla silenciosa.
Y acá prevalecemos, y acá ganamos y perdemos. Y acá estamos, respiramos el mismo amor y el mismo odio. 
Acá... que gane el mejor.