miércoles, 5 de junio de 2013

Always running free.

"Ramble on, sing my song", Led Zeppelin.


Mi libertad comienza en aquel punto en el cual se cruzan el amor y la nostalgia. Cerca de donde el asfalto se vuelve ruta rodeada de infinito verdor, allí donde se encuentra mi pista de carreras, el suelo sobre el cual quisiera correr eternamente, apenas pisando el terreno para avanzar. Recuerdo haberla visto por primera vez estando en un micro: Abrí los ojos luego de una siesta durante la cual mi vista descansó de la ciudad, y allí estaba ella, radiante, homogénea. Era un todo y una nada. Mis párpados se abrieron para encontrarse con el resto de mi vida, allí, casi en la mitad de aquel viaje de ida. Era un sol naciente de invierno, era un pasto cada vez más intenso, era la música que me había despertado suavemente de mi ensueño, era el perfume que llevaba puesto, era la voz de quien me esperaba del otro lado, la silueta de un amor. Y era el iluminado rostro de la epifanía más hermosa que tuve y tendré.
En ese mismísimo momento comprendí la esencia.
Pero allí es sólo donde comienza, aquel es plenamente el origen, pues mi libertad es absolutamente abstracta, incluso más impalpable que el mismo concepto universal del término en cuestión. Se trata de una gran historia de amor que se reinventa constantemente, y se posa delicadamente en objetos y sujetos diferentes. Bate las alas, dejando una estela de grandeza en cada una de las cosas, creando una brisa llena de melancolías bellísimas, agridulces, estimulantes. Se acerca de manera asintótica a la sensación implosiva y explosiva de escuchar tu canción favorita, a la emoción de un viaje, a la idea del infinito y del arte. Se parece a esa nota que te hace vibrar, a esas luces que emocionan, a una corriente de aire que llena los pulmones de inexplicables sensaciones. A un beso, a una pierna que tiembla, a pieles que se erizan ante el contacto. Cualquier contacto.
Es una introspección. Es, por un momento, dejar que la vida suceda. Es un cosmos personal que simplemente surge cuando me enamoro de este conjunto de sensaciones. Y así me enamoro de mí misma, y comienzo a cerrar aquellas puertas que ya no dejarán entrar nada constructivo. Se trata de volver a un origen, a una verdad personal. 
¿Qué es la libertad? Preguntarán. Nadie podrá responder, ni siquiera yo. Pero, ¡qué lindo que es lo que me enseñaste sin saber que podías!