miércoles, 25 de diciembre de 2013

Percepción.

"He visto a Lucy cuando entró a la habitación, el espacio se curvó. Vimos luces, y el metrónomo de Dios puso el tiempo en suspensión (...). Yo alucino, y lo haré mil veces más, porque aún resuena en mí su voz". Gustavo Cerati.

Ante mí, un extraordinario ser, portador de un fulgor tal que impacta mi percepción. Noto que jamás podré volver a acostumbrar mis ojos al natural brillo y tinte de esta dimensión, si él decidiera desaparecer del campo de mi visión. Gradualmente voy adaptando mis sentidos al estímulo de este espécimen tan sui generis. Luego de un largo rato, logro vislumbrar sus hermosos rasgos. Su rostro, perfecto, viril, absolutamente deseable, se transforma en la mueca de un niño curioso ante mí. Nos estudiamos sin decir una palabra.
Mis pupilas estallan en un llanto, en un orgasmo visual que colisiona con su aspecto paradisíaco. Y, aún pudiendo ver, saboreo los pigmentos que se despegan de mis globos oculares. Ellos caen como lluvia y colorean su imagen... tal vez para algunos, ordinaria. Para mí, por siempre única.
Se abrazan su encanto y mi subjetividad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario