sábado, 22 de febrero de 2014

Redención.

"Te amo, te odio, dame más" Serú Girán.

Ya está allí. No le impacta la distancia temporal que alguna vez hizo que recordara la luz que entra por el ventanal con melancolía. Al llegar, las persianas se abren solas con tan sólo apretar un botón, y el sol comienza su lento descenso. Para ellos dos, el día recién se anuncia desde el horizonte, redefiniéndose, resignificándose. 
"¿Qué tal? Vengo a apreciar lo viejo y descubrir lo nuevo. A dejarme elevar por el humo de estos inciensos y a intoxicarme de tabaco. Vengo a probar una cucharada de mi resistencia", y él extiende un brazo, señalando el cuero blanco. 
Se abre una ruta ante ellos, y comienzan a andarla. Desde el concepto de existir hasta sentirse hermanos, atravesando el instinto y la historia de una mujer ficticia vestida de blanco oculta en la imaginación del artista, recorren un breve pero intenso camino hacia lo esencial. La pluma del escritor, que se dirige a ellos con una actitud que dista de ser solemne, se convierte en una lengua afilada, desesperada por abrirse paso entre los dientes y así liberar una voz que parta el pecho de quienes la escuchen. No hay un sólo sonido que no apunte a reavivar a los espíritus en lucha. 
Y ellos allí estaban, inexplicablemente juntos viviendo la experiencia de maneras diferentes: uno apreciándolo y criticándolo, y el otro con sus sentimientos a flor de piel, dejando correr libre a la imaginación.
Él levanta un brazo, y dedica los siguientes cuarenta minutos a quienes reconozcan y aprecien lo mágico de esta fusión. Y luego, al culminar dicho lapso de tiempo, le ofrece a ella una redentora invitación a acurrucarse en un pecho lleno de emoción ante el arte, cuyo concepto se vuelve materia a su alrededor.
Ella accede a obtener un poco de esa calidez falaz que, durante lo que hoy pareciera que hubieran sido años, deseó volver a recibir. Un calor parecido al del sol, apuntado directo a sus venas, calentando su sangre, apasionándola cada vez más. Aquel eterno niño, con sus eternos ojos de inocencia, pretende borrar de su memoria un sinfín noches sin paz. 
Ella siente plumas con espinas en el extremo recorrer su piel, y sus ojos arden en un punzante y enfermo impulso de empujar su suerte. Su sangre hirviendo la invita a susurrar: "Penny Lane is in my ears and in my eyes. There, beneath the blue suburban skies...". 
Un baile sensual, una cercanía atroz pero que no logra unirlos, un despliegue de mentiras verdaderas. Se viste de colores mientras gotea el cielo, encendiendo sus ideas. Impía, ella busca, encuentra y descarta.
Le hace el amor al aire, atesora la distancia que los separa por centímetros, y en su interior sabe que así deben permanecer. Hace una elección de verdadero amor, y finalmente alza las copas en honor a algo más grande, dejándose caer de su balcón hacia lo que vale la pena vivir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario